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BIOGRAFÍA[]

Luis Flores Caballero (1932-2013),poeta, filósofo, ensayista, narrador, periodista y novelista trujillano de fecunda obra y elevado estro poético. Hijo de Don Rosendo Flores Pinillos y de Doña Julia Caballero. Era el cuarto de un total de seis hermanos: Teresa, Mini, Nana, Beba, Luis y Coco. Su hermano Coco falleció de difteria y Luis quedó como único varón de la familia. Su padre don Rosendo pertencía al cuerpo de caballería del ejército Se formó en el colegio San Juan y prontó reveló grandes dotes para la poesía y la oratoria. De niño era el líder de su grupo de amigos. A los diez años recitó emocionados versos en Radio Libertad e incluso entonó algunos tangos.

En su pubertad padeció de un episodio de tisis, común en la época. Recuperado, en su adolescencia se enamoró perdidamente de una hermosa joven liberteña que no le correspondió, lo que decidió su viaje para la ciudad de Lima. Allí trabajó en el Banco Continental y se enamoró y casó con Teresa Quelopana Chell, con quien tuvo tres hijos: Bebelú, Chichi y Gustavo. Tras quince años de matrimonio la unión naufraga y su nueva esposa es Antonieta López Azañedo, la cual ya era madre de un varón llamado Carlos o cariñosamente Loli, y con quien tendrá cuatro hijos: Ernesto, Mariana, Milagros y Patricia. Años más tarde ese nuevo matrimonio también se disolvería y se uniría con la señora Esther Plascencia, con la cual tuvo tres hijas: Ana, Diana y Eva. En total Luis tuvo a lo largo de su vida tres esposas y engendró diez hijos. Al final de su vida no se quedaría con ninguna, no obstante Esther lo acogió en su casa de Trujillo en el tramo final de su mortal cáncer que lo consumiría en tan sólo cuatro meses.

LA ULEA Y EL ILID[]

En 1966 funda la Unión Latinoamericana de Escritores y Artistas (ULEA) y consigue el apoyo para la misma del líder aprista Luisa Alberto Sánchéz. La ULEA condecoró al filósofo sanmarquino Mariano Iberico por su obra filosófica. Ya antes, desde principios de los años 60 Luis se acerca al aprismo como simpatizante y por su despierta inteligencia logra destacarse entre la juventud aprista sin ser militante.

En 1963 Sánchez lo incluye en su "Historia de la literatura Peruana" por su libro "Interpretación culturológica de la socedad" (1963). Incluso encabeza una lista presidencial filoaprista por aquellos años. Entonces se comprende el resentimiento del Apra cuando Luis condecora en nombre de su Instituto Latinoamericano de Integración y Desarrollo (ILID) en 1969 al General Juan Velasco Alvarado, presidente del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada. Velasco lo nombra en diferentes cargos en Sinamos, Cencira y Ordeza. Desacostumbrado a durar en sus empleos al final se aparta de los cargos gubernamentales y comienza a recorrer todo el país dando cursos de capacitación con su propia institución, el ILID. Así, a su inestable vida familiar se viene añadir una vida trashumante y gitana llena de viajes.

VIDA LITERIARA[]

Se inicia en la vida literaria como poeta, muerde incisivamente en el ensayo y luego lo abandona para retornar a la poesía. Su vuelta a la poesía coincide con su vida viajera y nómade. Luis tenía una gran facilidad para hacer y perder amigos. No era bohemio sino inadaptable e impulsivo, lo que se iría acentuando con los años. Con tendencia a la megalomanía, a transgredir la norma moral y con exceso de vitalidad para la creación de proyectos. Solía padecer de tremendas migrañas, abusaba del ají y de la automedicación, era astemio, no fumaba nunca y con el tiempo sufrió de padecimientos gastrointestinales.  

Su pensamiento se articula en torno a la poesía y al ensayo. Tenía una facilidad asombrosa para el versolibrismo, nunca fue de aquellos poetas que se muerden la lengua buscando embellecer el verso sino que dejaba fluir su pasión y, no pocas veces, su amargura vital. Prodigó su talento poético en una cantidad asombrosa de composiciones sentimentales donde canta al dolor, al placer y a la esperanza. Era un poeta profundo y desgarrado, donde asoman hechos de su vida personal. Mostrando poca capacidad para la autocrítica, en sus versos se autovictimiza responsabilizando a la vida de las injusticias padecidas. 

En el ensayo no era un autor sistemático sino intempestivo. Desarrolló la noción de la filosofía de la síntesis, la integración, la culturología, la teoría de los círculos y la plusdimensión. Luis Alberto Sánchez consideró a Flores Caballero, junto con Hugo Neira y Jorge Guillermo Llosa, como una de las mejores plumas jóvenes en prosa y verso de los años sesenta (Historia de la Literatura Peruana, Lima, Ed. Mejía Baca, 2da. Edición, 1966). Luis siempre se reclamó como discípulo de Antenor Orrego, a quien debió haberlo conocido en el año sesenta como columnista de la Tribuna. Luis también fue periodista, y escribía a máquina con la velocidad rapsódica de un periodista diarista.

PERSONALIDAD[]

Flores Caballero era de personalidad arrolladora, díscolo, revoltoso y con escaso sentimiento de culpa. Irrealista con el dinero, manirroto y pecaba de confianza en sí mismo. Con un don de convencimiento prodigioso solía allanar las dificultades más increíbles. Sólo conocía una sola lealtad, hacia sí mismo. Y ello no pocas veces le trajo problemas. Nada huraño a la autopublicidad pecaba de egocentrismo. De rostro andaluz, lucia un fino bogote, ojos penetrantes, labios finos, mentón en pera, nariz anquilosada y caída, frente amplia, reflejaba el rostro y la baja estatura de sus antepasados castellanos.

Y en Luis, como en todo buen castellano, se mezcla el poeta, el filósofo y el revoltoso. Su sangre auténticamente de poeta le proporciona versos turbulentos, la filosofía que fecunda en su alma lo lleva a divagar con ímpetu guerrero, y el revoltoso incesante inflamado de revolucionarismo lo lleva a estrellarse sin tregua ni remisión contra las proas que encuentra a cada paso. Con la mirada tendida hacia adelante Luis no se inmuta y como Quijote alucinado prosigue desandando su camino. Nuestro andariego Quijote trujillano recorrió todo el Perú dando conferencias por el ILID, pero nunca sintió apego al terruño andino ni a los mohínes frívolos de la oligarquía limeña. Luis era un verdadero hijo de la señorial villa española antes que de las antiguas civilizaciones chimúes y moches.

Era un poeta angustiado y un ensayista vertiginoso. Su verbo era como su personalidad sin ninguna rigidez ni notoria frialdad. Por el contrario, huracanado y descuidado del rigor documental dejaba volar su imaginación en volcánicas idealizaciones, posturas acrimoniosas, soberbias fantasías y sentimientos desatados. Su humor era socarrón colindante con la burla. Si para Ciro Alegría el mundo era ancho y ajeno, para Luis el mundo era estrecho y propio. Siempre dio la sensación de que el mundo le quedaba chico.

Si utilizamos la caracterología de Heymans y Le Senne a Luis habría que clasificarlo como un carácter colérico, como Dantón, Mirabeau, Balzac y Víctor Hugo. Amaba la vida con todo el corazón, extrovertido, muy poco introvertido, excitable e impulsivo, generoso, cordial y alegre en sociedad, tenebroso en soledad, carente de gusto y medida, proclive al endeudamiento y la insolvencia, siempre atarerado, impaciemte por actuar, de actividad febril (Luis siempre se hacía un listado de tareas diarias), ávido de honores, distinciones y consideraciones, vocación de agitador, revoltoso y conductor popular, excelente orador, demostrativo al máximo, peca por exceso y nunca por defecto, servicial y compasivo. Brillante improvisador, rapidez embriagadora, de acción arrebatadora, palabras violentas, deseoso de cambios, conversador inagotable, de concepción rápida, hábil para los negocios, exagerado y feliz en sociedad, tendencia a la explosividad y a la disipación. Subjetividad rica y vibrante, aventurero por antonomasia, inclinado a una moral amable y poco exigente, desconfiando de los sistemas. Sus riesgos caracteriales eran el vagabundaje (cambiaba de domicilio numerosísimas veces), depresión, picardía, cinismo, intemperancia y delirios de imaginación. Esa era la radiografía psíquica de Luis.

Fue galardonado como hijo predilecto de su ciudad natal en 1999. Sin tener título universitario fue catedrático en las universidades Garcilaso, Villarreal y en la Escuela de Estudios Especiales de San Marcos. Ejerció el periodismo en los diarios La Tribuna, La Industria y Correo. Editor de numerosas revistas culturales, reconocido conferencista y fundador de la Unión Latinoamericana de Escritores y Artistas (ULEA-1965), el Centro Peruano de Filosofía y Ciencia (1966), el Instituto Latinoamericano de Integración y Desarrollo (ILID-1968) y el Movimiento Pacifista del Perú (1996).

EVOLUCIÓN INTELECTUAL[]

Su evolución intelectual tuvo un fuerte sesgo poético filosófico. Tanto así que podemos agrupar su meditación y ´producción bibliográfica en cinco etapas:

-el período esteticista

-el período culturológico

-el período socialista autogestionario

-el período capacitador

-el período integracionista

PERÍODO ESTETICISTA[]

Su primera etapa de juventud (1955-1962) se caracteriza por un periodo esteticista de búsqueda literario-humanística y está conformado por el poemario, Los Perfiles del Hombre (1960), seguida de la obra narrativa, El Camino Infinito (1962) y el libro de aforismos Meditaciones I (1962).  Su primera poesía juvenil intitulada "Huanchaco" lo publica en el diario trujillano La Industria. En su estro se abre inicialmente camino un poderoso versolibrismo bucólico y nostálgico, con fuertes tendencias filosóficas.

PERIODO CULTUROLÓGICO[]

Su segunda etapa o de madurez filosófica (1963-1968) se determina por la elaboración de la teoría de la culturología y del integracionismo. Las obras de este período lo integran ensayos filosóficos: Interpretación culturológica de la sociedad o Hacia una Filosofía de la síntesis (1963), Lecciones de Filosofía (1965), Integracionismo Latinoamericano, mito o realidad (1965), Humanismo o Revolución en América Latina. Interpretación materialista de Orrego (1968) y la antología Siete Pensadores (1968).

Su obra más importante, Interpretación Culturológica, y quizá el más importante ensayo que escribió a lo largo de su vida, lleva la impronta de los grandes filósofos de la historia como Oswald Spengler, Arnold Toynbee y Walter Schubart. Luis en realidad es un adelantado de la filosofía de la cultura en el Perú y continuador en cierta forma de Víctor Andrés Belaunde.

Belaunde escribe en 1950 su ensayo sobre filosofía de la cultura La Síntesis Viviente, donde sostiene que somos una síntesis no concluída entre lo autóctono y lo hispano. Luis recoge la categoría de la síntesis pero despojada del acerbo cristiano y aderezado con un sabor jacobino revolucionario. Si Belaunde es teocéntrico, Luis es antropocéntrico y antropolátrico. Recordemos que los análisis del filósofo sanmarquino Mariano Iberico sobre la historia son de fines del 60 (El Espacio Humano) y comienzos del 70 (La Aparición Histórica); incluso antes de la catedrática Dolores Riesco Díaz (Las Grandes Culturas y su Filosofía comparada, 1968).

La inquietud culturológica de Luis tiene tres fuentes: teórica, histórica y vital. Teóricamente proviene de la lectura de las obras orregianas, el influjo del materialismo histórico marxista, la eminente figura cultural de V. A. Belaunde, el libro "Las estructuras sociales" (1961) de Francisco Miró Quesada y el debate sobre la tesis Espacio-Tiempo de Haya de la Torre. Históricamente América Latina vive con efervescencia el triunfo y desarrollo de la Revolución Cubana. Y vitalmente Luis participa en las primeras y prolongadas huelgas bancarias contra la oligarquía financiera bajo el primer gobierno del presidente Fernando Belaunde Terry.

Luis Flores Caballero en Interpretación Culturológica se propone en realidad sustituir el materialismo histórico de la filosofía marxista por el método sintetista de la filosofía de la síntesis. La universalidad plusdimensional del sintetismo pretende superar y completar al marxismo, al cual lo supone superado, limitado y relativo. Al denunciar la opresión capitalista el sintetismo se presenta como parte de la intelectualidad patriótico revolucionaria de la época. En una palabra, la filosofía de la síntesis de Luis Flores Caballero se presenta como una corriente progresista de las clases medias que se une y apoya al proletariado.

El carácter avanzado de su propuesta interpretativa es más notoria si tenemos en cuenta que sólo en los años 30 Mariátegui y Haya propusieron una propia interpretación del marxismo. En los años 60 la repetición mimética del marxismo moscovita se impone en la universidad y estará a cargo del catedrático César Guardia Mayorga. Por entonces, el marxismo occidental había descollado en su crítica a Marx con Marcuse, Althusser, Sartre. Por lo tanto, la propuesta de Luis tenía intelectualmente un carácter avanzado y se inscribía junto con Francisco Miró Quesada y Haya de la Torre entre los intelectuales de avanzada que pensaban en una filosofía revolucionaria diferente.

PERÍODO SOCIALISTA AUTOGESTIONARIO[]

La tercera etapa (1968-1974) se define por una serie de ensayos filosóficos que exploran la problemática de la filosofía de la praxis y el socialismo autogestionario. Estos son: Sentido Histórico de la Revolución Peruana (1970), Tradición, Cultura y Revolución (1971), La Movilización Social en el Perú (1971), Sinfonía para un Ausente. Homenaje póstumo al Che Guevara (1972), Tres ensayos para una Nueva Sociedad (1973) y Cristianismo, Marxismo y Síntesis (1974).

Este período es el desarrollo consecuente de su tesis sintetista que va más allá del marxismo. Su aproximación al gobierno revolucionario de la Fueza Armada del 68 lo ayudó a concretar su evolución intelectual hacia un humanismo revolucionario de tercera vía.

Los reproches de sus otroras colegas y amigos apristas que lo tildaron de traidor no tenían sustento, pues si bien es cierto que escribió en el diario aprista La Tribuna bajo la protección de Orrego, sin embargo, Luis nunca fue militante sino tan sólo simpatizante del Apra. Cosa casi inevitable para muchos liberteños nacidos en la cruenta década del 30, la Revolución de Trujillo del 32 y los fusilamientos de Chan Chan. Pero en sus libros Luis no oculta su filosofía revolucionaria sintetista, que está más allá tanto del marxismo como del aprismo.

Además, su simpatía por Haya de la Torre jamás fue incondicional y suscribía muchas de las críticas que se le hacía desde la izquierda. De todos modos los apristas se vengaron y en las siguientes ediciones de la Literatura Peruana de Luis Alberto Sánchez lo excluyeron de la lista de autores reseñados.

PERÍODO CAPACITADOR[]

La cuarta etapa (1975-1987) se singulariza por una intensa actividad como conferencista, capacitador y promotor cultural en entidades públicas y privadas a lo largo de las diversas ciudades de la costa, sierra y selva del Perú. A este periodo pertenecen los materiales que se abocan a la investigación de la filosofía de la empresa, como: Oratoria, Liderazgo, Desarrollo de la Personalidad, Cambio de Actitud, Relaciones Humanas, Administración Científica, Gestión Municipal, y Psicología del Trabajo.

PERÍODO INTEGRACIONISTA[]

La quinta etapa (1987-2013) se inicia con preocupaciones integracionistas en el ensayo: Hacia una Teoría de Integración (1987) Se intensifica su estro lírico con los poemarios: Antípodas (1990), Coloquios de Amor a los Sesenta (1992), Por los Caminos del Señor (1992), Síntesis (2000), Yo también cargo mi Cruz (2001), Más Allá de la Muerte (2003), Flores Negras (2004), Espinas, Rosas y Claveles (2006). Incursiona nuevamente en el aforismo con Meditaciones II (1996). Sistematiza su filosofía del trabajo en Hacia una Nueva Filosofía Empresarial (2000).

Desarrolla su filosofía de la síntesis en: Hacia una Filosofía de Síntesis (1996). Incursiona en la novela utópica con dos obras: Bolívar. El hombre del tercer milenio (2004) y Anacarsis (2006). Reportaje al Futuro(2010), Prohibido suicidarse a los 70 (2010), El Burro Sabio (2010), Poesia Sinfonica (2010).

En esta última etapa su pluma se diversifica en la novela, además que se intensifica su producción poética y se extingue el ensayo. Nunca quiso escribir una autobiografía, aunque ilustró muchos de sus libros con fotografías familiares. Sus últimos años terminaría viviendo solo. Siempre se le recordará andariego, vestido de pulcro terno y corbata, como su padre don Rosendo, y luciendo una boina en sus últimos años que daba calor a su sesera. 

BALANCE E INFLUJO []

Desde el año 2005 al 2010 tuve la oportunidad de conocer , debatir ,compartir ideas en conferencias y tertulias de café sobre el cooperativismo y la filosofía, con el maestro Flores Caballero, oyendo directamente de su experiencia la vida política de su tiempo y su producción literaria sobre la integración latinoamericana.

Su amigo y conferencista el Lic. Walter Chpoquehuanca Soto escribe: "Su pasión en la filosofía me motivó como maestro a seguir el camino de la investigación del cooperativismo filosófico como alternatva social en le siglo XXI. ¿ES EL HOMBRE COOPERATIVO UN SER SUPERIOR? 'No podemos inventar al hombre cooperativo del siglo 21, en un mundo vigilado por nuestros actos, porque el futuro tiene' muchos nombres, lo que podemos hacer es incubar en la juventud los Valores Cooperativos”.

Flores Caballero fue un inspirado poeta, reconocido orador, acérrimo capacitador, filósofo de la integración, la cultura, el socialismo autogestionario, y participante de la novela utópica en el Perú. Hombre portentoso en su grandeza y humano en su miseria. Su influjo en el verso encontró discípulos en los vates y amigos galardonados José Cánepa Honores y Claudio Saya, ambos ex docentes de la Universidad Federico Villarreal.

La vena poética sobrevive en sus hijas Mariana Flores López, (Cuando alumbra la vida, 2003) y Diana Flores Plasencia, a la que se suma la prosa (Canto de Amor y de Esperanza - 2002, La Cosmosidad en Vallejo y La Universalidad en Neruda - 2002, Retratos - 2010 y Soledades - 2013), su vocación pedagógica en la anterior (Lic. en Lengua y Literatura) y su hijo Ernesto Flores López y su pasión por la escritura filosófica en su hijo Gustavo Flores Quelopana. Además, impulsó la carrera literaria de jóvenes poetas y escritores de diversa procedencia. Su nieta Nicole, hija de Mariana a sus 14 años empieza a mostrar dotes literarios.

Fallece a los 77 años en su ciudad natal de Trujillo, a la que retornó sólo para fallecer de un fulminante cáncer al páncreas en el 2013. Sus restos fueron incinerados. No hay tumba que lo cobije como para recordarnos lo dicho por el Evangelio: "De polvo sois y al polvo retornaréis". Dios fue su testigo y a él solo encomendó su salvación.

Y ese es el momento límite en que a toda alma de buen corazón le salen de los labios los versos de Vallejo en su poema Masa:

Al fin de la batalla,'Y muerto el combatiente,

vino hacia él un hombre

'Y le dijo: “¡No mueras; te amo tanto!”.

'Pero el cadáver, ¡ay! siguió muriendo.'….

'Entonces, todos los hombres de la tierra'Le rodearon;

les vio el cadáver triste, emocionado;

'Incorporóse lentamente,

'Abrazó al primer hombre;

echóse a andar…


Primera versión del artículo procedente de Wikipedia en español, publicada bajo la licencia GFDL.

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